A veces, los gestos más sencillos nos descubren las verdades más esclarecedoras...
En un momento de mi excursión por la Sierra de Urbasa, y después de haber hecho bastantes fotos, admirando el color y la frondosidad de los árboles y plantas, no sé por qué, decidí quitarme las gafas de sol que llevaba puestas para protegerme.
En aquel mismo momento, subí la vista y me di cuenta de que el color era totalmente diferente, más bonito de lo que de por sí era.
Entendí que, a veces, nos empeñamos en protegernos y dejamos de ver la realidad que nos rodea y su belleza.
Cuántas veces nos ponemos gafas de sol en el día a día, intentando que no nos hieran, sin poder disfrutar de la vida...
2 comentarios:
sí, profesor Kitting. A veces hay que subirse al pupitre y atreverse a mirar!!
Jajaja, yo nunca llevo gafas de sol, ni ganas... A veces me pruebo unas y no soporto verlo todo tan distinto... Y eso que me molesta mucho el sol.
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