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¿De dónde has venido, espíritu del bosque?
Mirando al infinito no te detiene el tiempo.
Te arropan en tu espera
el musgo mullido, la savia de las hayas
y el vaho de las cascadas.
Aguardas, inmutable, el sol de la mañana;
la luna que te baña en la noche descansada.
Y tú, sabio, en silencio, sonríes sin quererlo
cuando unos torpes ojos que ansían ver la vida
sollozan con asombro:
El roble más anciano de líquenes cubiertos,
la hormiga laboriosa, la sombra del sendero,
mi hiedra trepadora: mil caminos, mi credo.
2 comentarios:
¿Lo has escrito tú? Es precioso...
Me recuerda al trasgo de "Olvidado Rey Gudú". Bueno, no a él exactamente, quizás más al libro y a él sólo por extensión.
Un saludo, Domingo.
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