Todo está lleno de amor, que diría Björk.
Y es que es el amor, en todo su registro, lo que mueve el mundo:
el amor, su carencia, su exceso, su anhelo, su opuesto.
Dependiendo de hacia quién -o qué- dirijamos esos sentimientos, el resultado será bien distinto.
No será igual si me amo a mí, que si amo a mis allegados, o si amo un ideal, o una posesión, o si intento rellenar un vacío a través del amor material.
O si no me dejan amar lo que deseo.
O si me obligan a amar algo que no me gusta.
O si me hacen creer que no puedo amar.
O que ya no existe el amor.
Porque, a pesar de todos los avances,
el amor
es lo único que no hemos conseguido doblegar a nuestra voluntad.
Se han cometido más crímenes horribles y actos más bellos en nombre del amor que de Dios.
Y me explicaré.
Si amo -mi patria, mi libertad, mi tierra, mi casa, no dejaré que nadie me las arrebate (lucharé por ellas y acabaré con cualquier cosa o persona que las amenace). Masacraré, destruiré, atacaré, defenderé eso que amo (aunque impida que otras personas que aman sigan viviendo).
Si me amo (sólo) a mí...ya la hemos hecho buena. La vida girará a nuestro alrededor y actuaremos en función de lo que amamos y de lo que no, sin importarnos otra cosa que nuestro ego.
Si amo a los que tengo al lado, seré capaz de los mayores sacrificios, de construir los lazos más sólidos, de vadear ríos y montañas para compartir con ellos las demás cosas que amo. Crearé belleza.
¿Y vuestro amor? ¿Por dónde vuela?
Dios no es amor. El Amor es dios.
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