Vuelta del súper. He dejado una estupenda idea (ya haré mención a ella en un futuro post) aparte, y me he limitado a comprar lo esencial. Bueno, ha caído una caja más de müsli que no estaba en mis planes y una granada (las de mano las compro a granel xD). He pasado al lado de la maldita tienda de animales y he visto otro cachorro de beagle. Me pregunto qué fue del que estaba hace un par de meses por allí...Y me pregunto por qué la gente no usa el cerebro para adoptar perros de las protectoras en vez de comprarlos en tiendas.
Os contaré una historia. A veces, las cosas pasan por casualidad. Otras, no. Yo tengo una cruz conmigo misma y es que, una vez se cierran las puertas, si se vuelven a abrir, allí estoy yo como una imbécil. No daré nombres ni demasiados datos, pero, a veces, cuando viene alguien y te dice: "Siento ser una carga", te dan ganas de contestar: "Pues no lo seas, joder." Tiendes la mano y te toman el brazo. Y, a veces, cuando te han tomado el brazo, tienes un momento de debilidad gilipollezca y vas y tiendes la otra mano. Como predica el cristianismo. Venga, a poner la otra mejilla. Ahora vendría una sarta de lamentaciones que se resume en lo siguiente: si no puedo educar a un adulto, ¿qué haría con un niño? Miedo me da pensarlo.
Bueno, después de mi parrafada aparentemente sin sentido, he decidido walk the dog y hacer los postrecillos prometidos. Ahora mismo me acostaba, pero son las 7 y algo y aún queda tiempo que aprovechar.
Hasta más leer.
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