Cuando se haya talado el último árbol, envenenado el último río y pescado el último pez, entonces comprenderás que el dinero no se come.

martes, abril 24, 2012

Bestialidad en alza, por Pilar Rahola.

Bestialidad en alza, por Pilar Rahola

Bestialidad en alza

Un Parlament de doble moral legalizó el derecho a torturar a un animal si se hace con barretina

Artículos | 22/04/2012 - 00:00h
Pilar Rahola

Por supuesto, hablo de personas. Sólo las personas actúan como bestias, a diferencia de los animales, cuyos códigos de comportamiento nunca traspasan la frontera de la crueldad gratuita.

Decía Tolstói que si un hombre aspira a una vida correcta, "su primer acto de abstinencia es el de no lastimar animales" y Edward Freeman apostillaba que el maltrato a "la inocente, indefensa y leal raza animal es el capítulo más oscuro de toda la historia del planeta". Sin duda, amar a los animales nos ennoblece tanto como nos degrada y embrutece despreciarlos. Y si se practica la tortura como placer, entonces la degradación es absoluta. Hablar, pues, de bestialidad es hablar del ser humano, el único que merece tan malvado epíteto.

Y la bestialidad está en alza. Y no me refiero solo a la bestialidad en reales mayúsculas, esa que se ejerce en las Botsuanas negras, a golpe de talonario. Me refiero a la que se practica cerca de casa, bien pertrechada con la bandera catalana y nacida al albur de nuestras miserias nacionales. Hace poco fue la barbarie de Torà, cuyos responsables fueron los propios representantes del pueblo. Y ahí están, con la alcaldesa Mercè Valls en su cargo, el matador de perros Josep Maria Alsina en su silla consistorial y el partido de ambos, CDC, brillando por su silencio. Ni represalia, ni expediente, ni respuesta a los requerimientos de la gente del Pacma que han preguntado al president Mas. Matar a tiros un pobre perro indefenso, vulnerando la ley, y demostrando una brutal falta de caridad, parece no ser motivo de sanción para Convergència. ¿Cabrán en Ítaca los maltratadores de animales? Y antes y después de Torà, retorna como el Guadiana el repugnante tema de los correbous, felizmente salvado por la doble moral de un Parlament que legalizó el derecho a torturar a un animal si se hace con barretina. Si ese fue un acto político indefendible e hipócrita, lo que viene ocurriendo después eleva al cuadrado la vergüenza. Aprovechando los resquicios que permite la ley -que ampara esas prácticas bárbaras donde se pone fuego en las astas a los toros, o se las estiran con cuerdas-, con la excusa de una precaria tradición, diversos pueblos de les Terres de l'Ebre se han dedicado a recuperarlos. Por supuesto, con la presión de determinados ganaderos detrás de todo. El último caso es el de Aldover, donde quieren celebrar Sant Jordi con dos sueltas de vaquillas y un toro embolado. Hacía 50 años que no se perpetraba tamaña maldad, pero la flamante ley que aprobamos ha abierto la veda, y lejos de mejorar en sensibilidad y en caridad, algunos pueblos deciden aumentar su desprecio, su falta de respeto, y en definitiva su gusto por la bestialidad. Y los partidos -a excepción de IC- callan y otorgan, dando por buena la Catalunya maltratadora.

Lo cual nos lleva a una conclusión imbatible: para ser bárbaros, no necesitamos a España.

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