Cuando se haya talado el último árbol, envenenado el último río y pescado el último pez, entonces comprenderás que el dinero no se come.

lunes, abril 04, 2011

Los medios de desinformación. (I)


Antonio Lucas, periodista y articulista de El Mundo no hace los deberes.

Leo sorprendida en el número de ayer (El Mundo, Crónica nº807, página 12) un breve artículo que reproduzco más adelante, acerca de una familia francesa procesada por la muerte de su bebé de 11 meses.

Veganos

"Tengo por ahí un amigo que siempre que va a soltar una coz pone una coletilla que anuncia el hongo nuclear que está a punto de detonar: Quiero decir esto desde el respeto y la tolerancia. Y al segundo lanza una descarga de palabras que suelen contener el napalm despiadado de la incorrección. Estaba pensando si aplicar a este hueco palabrón ese mismo lema, a modo de advertencia, cuando he leído que una pareja de veganos - así se denominan los veganos estrictos- está imputada en Francia por la muerte por desnutrición severa de su hija de 11 meses, que andaba en las cotas mínimas por falta de vitaminas básicas para un churumbel.

Los veganos se presentan como seguidores de una filosofía que tiene por respeto a los "animales sintientes" - espectacular sintagma- y la reverencia a la vida - fastuosa paradoja en este caso-. No comen huevos, ni leche ni productos que tengan su origen en materias que vienen de las sabias bestias. Nada que reprocharles, cada ejemplar que se alimente de lo que más le seduzca: del aire a los lirios, a mí me la suda. Pero resulta perverso que la menestra mental de los dos fundamentalistas de herbolario lleven al sufrimiento extremo (y al hoyo) a un bebé que no tiene ni puta idea de que ser vegano es joderse porque sí cuando papá está tronado.

El veganismo extremo (cuando se lleva al caso de la extinción de quien no puede decidir) no se distingue del jaleo de las sectas, no de la performance inquisitiva de las religiones, ni de todo aquello que tiene por condición un arsenal de actitudes contranatura como una perversión de todo aquello que el hombre ha tardado muchos siglos en elaborar. La responsabilidad de proteger a los frágiles, el derecho a elegir de cualquiera. Lo demás es una cabronada, no una filosofía".
despiadado de la incorrección. Estaba pensando si aplicar a este hueco palabrón ese mismo lema, a modo de advertencia, cuando he leído que a una pareja de veganos - así se denominan los vegetarianos estrictos- está imputada en Francia por la muerte por desnutrición severa de su hija de 11 meses, que andaba en las cotas mínimas de vida por falta de vitaminas básicas para un churumbel".

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Estimado Señor Lucas:

Le escribo esta carta abierta desde el vegetarianismo, desde el amor por la vida de hombres, mujeres, niños, animales y plantas, desde la nutrición, desde una posible maternidad a medio plazo, desde el respeto y desde la información.

Entiendo que su labor periodística le obliga a posicionarse, a dar su opinión, a ofrecer noticias jugosas, a lanzar armas arrojadizas y me parece bien. Lo que no me parece bien es la generalización y la falta de información para conseguir todo eso: los premios que usted gane no le eximen de seguir realizando su labor correctamente.

Las carencias en la alimentación existen en todos los estilos de vida y en todas las culturas: ¿Cuántos omnívoros no tienen anemia? ¿Cuántos vegetarianos no tienen colesterol? Es inútil negarlo. Si uno no cuida su alimentación, se la juega y, veganos o no, nos la jugamos todos.

Si hubiera investigado un poco más, habría encontrado que hay muchos veganos (por no decir casi todos) que se preocupan por la ingesta de vitamina B12 (que no se encuentra de forma natural en los vegetales) y toman suplementos para suplir posibles carencias. También habría encontrado familias veganas que han criado (y crían) hijos veganos completamente sanos, en los percentiles propios de su edad y sin más ni menos (o a veces menos, es cierto) enfermedades que los hijos de un omnívoro.

También habría descubierto, si hubiera leído la noticia en los diferentes medios, que la criaturita, además de tener falta de vitaminas porque la madre le daba sólo el pecho (¡Ups! ¿Cómo ha omitido ese dato y no ha criticado a los partidarios de la lactancia materna continuada?), tenía una bronquitis que los padres no habían querido curar con medicamentos, sino poniéndole emplastos de col y otras cosas.

Para empezar, si una mujer da el pecho a sus hijos es responsabilidad de esa persona nutrirse adecuadamente para nutrir a sus hijos y tomar los sumplementos adecuados, sea vegana, vegetariana, omnívora o cavernícola (y aún más si el pecho es el único alimento que los vástagos reciben). Igual que es su responsabilidad no fumar o beber alcohol durante el embarazo. Pero eso parece ser menos criticable.

Me imagino que habrá entre los veganos - o entre todos aquellos preocupados por las porquerías que nos venden las farmacéuticas- una tendencia a utilizar productos naturales (naturopatía, fitoterapia, etc.) a la hora de tratar las enfermedades, pero supongo que sigue siendo imperativo el sentido común: si ves que tu bebé tiene bronquitis (no unos moquitos y punto), ha perdido peso y el médico te manda medicamentos, se los das y punto. No le pones emplastos de col. Que la col será muy buena, pero una bronquitis es una bronquitis, y en un niño pequeño todavía peor. Si estos padres no tenían sentido común, no era porque fueran veganos, créame.

Desgraciadamente para esta criatura, se han juntado el culo con las témporas, y a un desconocimiento sobre la nutrición se le ha unido la falta de sentido común, provocando un funesto desenlace. Por un par de casos de veganos irresponsables que no sepan alimentarse o cuidar de sus familias no se puede generalizar y considerar al resto como lo que no son. No creo que nadie, en su sano juicio, desee provocar a su hijo la muerte. Si, por desinformación o por no tener sentido común, ha sido una pareja de veganos es una simple casualidad.

Así que, estimado Sr. Lucas, ni todos los veganos están tronados ni todos los tronados son veganos.

Le pongo como ejemplo a la familia de un niño de 4 años al que le doy clase: una familia gorda, gordísima que ceba al niño porque "tiene que estar fuerte y sano". El niño está obeso. Y le ceban pero bien. Y no menciones nada, porque están orgullosísimos del sobrepeso del niño.

O a la madre de otra chiquilla de 4 años que tiene el estómago sensible y le manda como desayuno todos los días pastelitos de fresa y nata (de esos procesados, ¿eh?).

Debería ver, Señor Lucas, la cantidad de mierdas que los omnívoros padres ponen en las mochilas de sus hijos pequeños: cuando aparece una pieza de fruta o un bocadillo de pan (no ese pseudo pan de molde tipo Bimbo) es poco más que un milagro. Los ceban con galletitas multicolores y chucherías cargadas de aditivos, pero ponen el actimel, que los protege mucho (de las mismas mierdas que le dan ellos).

¿Es eso lo que el ser humano ha tardado siglos en elaborar? ¿Es una alimentación basada en verduras, cereales y legumbres - entre otras cosas- una actitud contranatura?

2 comentarios:

Rafa dijo...

Me da la sensación de que a algunos les gusta tanto escucharse/leerse que no se han parado a pensar que lo mismo lo que dicen/escriben son unas soberanas gili*****ces, verbigracia: Sostres. Hoy se ha cubierto de gloria otra vez el angelito.

Carmen dijo...

Olé. Es muy fácil criticar acontecimientos como la de estos padres veganos y muy difícil hacer ver a los demás que lo sucedido no es responsabilidad del tipo de alimentación que se desee tomar. Buena defensa, y buenas comparaciones...