Cuando se haya talado el último árbol, envenenado el último río y pescado el último pez, entonces comprenderás que el dinero no se come.

lunes, abril 11, 2011

Hasta la vista, Tito Pepe.




Te has despedido esta noche y te has marchado
a otro lugar mejor y, acompañado
de tu mujer y tus padres,
esperarás paciente
que estemos todos juntos más allá de esta vida
y de la muerte.

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Hace mucho que no escribo nada parecido a una poesía o nada parecido a...nada.
Parece que la vida tiene cosas más interesantes que ofrecerme que el sentarme y esperar a que la inspiración venga.

Por los versos anteriores, por su mala calidad, me disculpo.
Pero no sé escribir nada mejor ni aquí ni ahora.

Se ha despedido hoy el hermano de mi abuela, después de un tiempo en el hospital, sin saber muy bien qué tenía.

Es cierto, ahora está descansando, pintando seguramente algún retrato, algún Cristo o uno de esos curiosos desconchones que plasmaba en sus cuadros.

Aunque haya sido lo mejor para él, no puedo evitar estar triste. Y pensar en todos los que vendrán después, algún día.

Ni mi fe antigua ni la nueva me ofrecen consuelo alguno. Mi alma mortal y mi intelecto no hacen más que recordarme que somos un pedazo de carne, y no hay estadísticas en las que apoyarme que me ofrezcan la seguridad de que, después de esta existencia, hay otra.

Solo quería desde aquí hacerle un pequeño homenaje a este hombre íntegro y honesto, que se sacrificó por los suyos hasta el último aliento; un caballero - de esos de los de antes- que disfrutaba trayendo locas para merendar (un tipo de pastelito de hojaldre) y contando chistes y batallitas.

"Muaa, muaa". Como tú decías, Tito.

Te quiero.

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