Ya he comentado más de una vez cuánto me gusta mi trabajo. En general, he de reconocer que el género humano tiene muchos "peros" y muchos aspectos negativos (dentro de los que, por supuesto, yo me llevo una buena tajada), pero los niños - al menos la mayoría- son otra cosa. Trabajar con futuros seres adultos es una experiencia que marca a ambas partes, tanto como si nos gusta como si no, y de nosotros, que somos supuestamente los adultos, dependen muchas cosas.
Recuerdo con mucho cariño algunas experiencias que he tenido a lo largo de estos años con mis alumnos, tanto buenas como malas, y no puedo sino sonreír y desear que los próximos años sigan colmándome de alegrías y de otras cosas menos alegres :)
Iba a escribir una entrada sobre un alumno mío, y justo acabo de recordar que tal día como hoy hace 5 años empezó mi carrera profesional de forma oficial. No todo ha sido un camino de rosas, ni por las oposiciones ni por el alumnado, los compañeros o los equipos directivos, pero creo que no ha habido ni un solo día en el que me haya arrepentido de dedicarme a la enseñanza.
Sí es verdad que me he planteado (y aún lo hago) si lo estaba haciendo bien , si lo podría hacer mejor o dónde me estoy equivocando. A veces, no vale sólo con reflexionar, hay que decidirse y empezar a recorrer el camino.
Así que, hace 5 años empezó en Olite (Navarra) uno de los viajes más importantes de mi vida y en el que espero seguir aprendiendo y enseñando durante muchos años más.
Celebro este día - un poco tarde- con la alegría de saber que uno de mis antiguos alumnos ha ganado un primer premio en una redacción sobre la igualdad de género. No tengo palabras para expresar lo orgullosa que me siento de él (¡ya apuntaba maneras desde los 11 años!), y desde aquí le deseo lo mejor en todos los aspectos de su vida. :)
Gracias a todos los que me habéis aguantado con estoicidad desde vuestros pupitres. Sin vosotros no sería la mitad de lo que soy. Os quiero.
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