Cuando se haya talado el último árbol, envenenado el último río y pescado el último pez, entonces comprenderás que el dinero no se come.

miércoles, septiembre 01, 2010

Año nuevo, vida nueva.

Para no variar, voy más rápido o más despacio que el resto del mundo. Para mí el año comienza cuando terminan las vacaciones de verano y empieza el curso académico. En parte porque soy maestra, y en parte porque lo siento así.

Es cuando llega el momento de hacer planes (¿a qué me voy a apuntar -para después no ir?), de idear menús para comer durante el curso, de comprar rotuladores, agenda, libretitas y chorradas varias; de hacer nuevos propósitos.

Como aún no tengo claro si me van a dar alguno de los masters que solicité, no quiero hacer muchos planes. Este año he decidido no emocionarme apuntándome a cosas para no dejar nada a medias, así que voy a esperar a enterarme de esto para hacer planes.

Eso sí, este curso cambian muchas cosas: para empezar, colegio nuevo. Han sido tres años increíbles en el mismo centro.

Amigos, alumnos, compañeros, risas, lágrimas, música, kilómetros y más kilómetros, tormentas y corrimientos de tierra, La Casa de la Pradera, perros y gatos, verdiales, aceitunas, bocadillos de queso, situaciones desagradables, mi "croquetilla", Cálico Electrónico, La Niña Repelente, Doraemon y Nobita,...

Nunca he estado tanto tiempo en el mismo sitio. Voy a echar de menos muchas cosas (y a varias personas muy especiales -¡os quiero!), pero se imponía un cambio de aires. No por los compañeros ni mucho menos, sino, básicamente, porque estaba ya cansada de tanto coche y porque los niños de Secundaria han colmado mi paciencia este año. Hay otros pequeños matices, pero el resultado definitivo ha sido que me han destinado a un centro más cerca de casa (de casa de mis padres y ahora, otra vez, mi casa), a sólo 10 minutos.

Adiós a los madrugones de las 6 de la mañana y a los 3ºC en invierno (no todos los días). Adiós a las curvas y a llenar el depósito cada dos por tres. Adiós a la mini-cocina del piso de alquiler.
Porque ese es el otro cambio: vuelvo al hogar, dulce hogar. :)

Muchos me han comentado si no va a ser duro volver con mis padres después de 9 meses viviendo sola. Me imagino que sí (más que nada, el tema de la libertad de acostarme a la hora que me diera la gana, o de invitar a gente a casa), pero la verdad es que los he echado de menos. Y he echado de menos mi cocina. Snif. Por fin vuelvo a tener mi horno, mis cacharritos ocupándolo todo y, sobre todo, alguien que se coma la comida que preparo :P :P :P

Vivir sola está muy bien, pero vivir con alguien que te incite a cocinar está mejor (al menos en mi caso). Lo de cocinar para mí nada más no tenía ningún sentido: a mí me gusta compartir la comida y que la gente pruebe los experimentos "vegetaloides"que hago. Así que, este año mi madre está más feliz que una perdiz :)

Dentro de la novedad de cambiar de centro está la de que es un colegio inmenso. Cuando digo inmenso, quiero decir INMENSO. Los pasillos están al aire libre (qué bien lo voy a pasar en invierno) y son kilométricos. Ni siquiera los colegios de ciudad en los que he estado eran tan grandes. :-s Y bueno. Hoy hemos tenido una primera toma de contacto y hay rumores de que me va a tocar dar el inglés en infantil. :-s Mi vasta experiencia de media hora a la semana con una clase de infantil de 7 niños de 5 años es irrisoria frente a la idea de dar entre una hora y hora y media de clase a 11 grupos de 25 niños cada uno. Ja. Quién dijo miedo. Ja. Ya veremos qué pasa :-s

Y dicho esto, voy a comenzar con las reseñas de algunos de los libros que tengo ;)

Espero que disfrutéis de vuestras vacaciones o que hayáis disfrutado de ellas.

Besos...

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